
Cuando meditaba sobre la tibieza mi alma tuvo una imagen intelectiva de unas velas, eran tres, una que estaba FIRME y encendida, con una llama constante y radiante, otra un poco inclinada cuya llama era tenue y casi imperceptible y otra caída y apoyada como indiferente y arraigada solo al mundo, totalmente alejada del Espíritu y Jesús me dice que la tibieza se asemejaba a la vela del medio que se dejaba llevar por la inconstancia y la falta de fervor para orar, obrar y por sobre todo para amar y servir en el AMOR.
Debemos de tener cuidado y salir rápidamente de la tibieza pues la llama puede apagarse y cubrirse con el cebo para siempre.
"Ánimo, más oración y más entrega, más constancia y fervor. Bienaventurados los que permanecen FIRMES ANTE LA LUZ DE MI CORAZÓN, LOS QUE SABEN QUE AMAR ES BONDAD Y MISERICORDIA".
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar