Muchos pueden pensar que la devoción a Nuestra Señora de la
Eucaristía es muy reciente, pero en realidad, la devoción surge en la mente de
Dios Padre en la eternidad, porque fue Él quien ideó el Plan de Salvación para
toda la humanidad, el cual consistía en la Encarnación y Pasión redentora de su
Hijo Jesús. Para llevar a cabo este plan, el Hijo de Dios debía encarnarse, y una
vez encarnado, unidad su Divinidad a su Cuerpo, su Sangre y su Alma, debía ser
alojado y custodiado con amor inefable durante nueve meses. Debido a que Dios
Trinidad vio la faz de la tierra, en donde moraban las creaturas contaminadas con
el pecado, al no encontrar nadie digno de recibir a Dios Hijo, enviado de Dios
Padre, para que donara al mundo a Dios Espíritu Santo, decidió la Santísima
Trinidad crear una creatura Purísima, Perfectísima, Llena de gracia, Inhabitada
por el Espíritu Santo, para que hiciera de Hija de Dios Padre, de Madre de Dios
Hijo, y de Esposa de Dios Espíritu Santo, y para que en la tierra fuera un Sagrario
viviente, una Custodia viva, un Altar sagrado, en donde el Verbo de Dios
pudiera encarnarse, nutrirse durante nueve meses, revestirse de carne, como lo
hace todo niño en el seno de su madre, y así nacer milagrosamente en Belén,
Casa de Pan, para luego donarse al mundo como Pan de Vida eterna, en el
sacrificio de la Cruz, y en el sacrificio del Altar. Dios Trinidad pensó en
esta creatura Purísima, y dijo: “María”, y así fue como María fue creada sin
mancha de pecado original, Llena de gracia, Inmaculada, y Llena del Espíritu
Santo, para que fuera el Tabernáculo más precioso que el oro y la plata, en
donde el Verbo de Dios pudiera alojarse con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su
Divinidad, es decir, en donde el Verbo de Dios, Eucaristía del Padre, pudiera
prepararse para luego donarse al mundo.
Es así que la Virgen Santísima, antes incluso de ser Ella
creada por la Santísima Trinidad, desde la eternidad era ya “Nuestra Señora de
la Eucaristía”, porque en Ella habría de alojarse la Eucaristía, es decir, el
Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.
Éste es el origen, en la eternidad, de Nuestra Señora de la
Eucaristía.
El origen terreno de la devoción, es sólo una circunstancia
pasajera, derivada de este origen eterno.
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