lunes, 21 de octubre de 2013

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía (I)


         Meditación
El don de la Virgen, el don de la Iglesia
En la imagen, la Virgen avanza hacia nosotros y en el avance realiza el gesto de donar a su Hijo, como una madre que, orgullosa de su hijo, quiere compartirlo con su interlocutor. A su vez, el Niño quiere hacer también un don, y son las uvas que, ayudado por su Madre, trae entre sus brazos. En la imagen y en la devoción de la Virgen de la Eucaristía hay, entonces, la promesa de un doble don: la Virgen ofrece el fruto de sus entrañas, su Hijo Jesús y, a su vez, el Niño ofrece sus uvas.
Ahora bien, este doble don, presente en la imagen, visible en el gesto de la Virgen y en el de su Hijo, es una promesa, que como tal se presenta al fiel que contempla la imagen, pero que no se aún en la realidad, porque una imagen no es la realidad en sí misma, sino una representación de la realidad. La imagen promete un doble don, pero ese doble don permanece como promesa que todavía no se realiza porque se trata, precisamente, de una imagen y no de la realidad que esta representa.
Lo que hay que tener en cuenta, cuando se contempla la imagen de Nuestra Señora de la Eucaristía, es que la promesa del doble don que la devoción encierra, se concreta y realiza en la Santa Misa, porque es allí en donde la Santa Madre Iglesia -representada en la Virgen-, actualiza el sacrificio de la Cruz por medio del cual el Hijo de María Virgen se entrega como Víctima Inocente por la salvación del mundo, y es en la Santa Misa en donde Jesús, el Hijo de la Virgen, entrega no ya uvas, sino el fruto de la Vid verdadera, su Sangre, la cual es derramada incruentamente en el cáliz del altar. 
El devoto de Nuestra Señora de la Eucaristía debe entonces asociar su devoción a la Virgen con el don real que la Virgen le concede en la Santa Misa, porque el Niño que la Virgen ofrece en la imagen, es el Niño que la Iglesia nos dona en la Eucaristía, y las uvas que el Niño nos ofrece en la imagen, es su Sangre que Él derrama en el cáliz. En otras palabras, el devoto de Nuestra Señora de la Eucaristía tiene que considerar que lo que la imagen promete, lo da en la realidad la Iglesia en la Santa Misa: Jesús en la Eucaristía, la Sangre de Jesús en el cáliz. 

         Intención para el Día 1 de la Novena: 
Nuestra Señora de la Eucaristía, concédenos la gracia de comprender que el Niño que llevas en tus brazos, es el mismo que nos entregas, en Persona, en la Eucaristía, y que las uvas que tu Hijo nos ofrece, son la figura de su Sangre que, incruentamente, se vierte cada vez en el cáliz, en la Santa Misa.

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