Meditación
El don de la Virgen, el don de la
Iglesia
En
la imagen, la Virgen avanza hacia nosotros y en el avance realiza el gesto de
donar a su Hijo, como una madre que, orgullosa de su hijo, quiere compartirlo
con su interlocutor. A su vez, el Niño quiere hacer también un don, y son las
uvas que, ayudado por su Madre, trae entre sus brazos. En la imagen y en la
devoción de la Virgen de la Eucaristía hay, entonces, la promesa de un doble
don: la Virgen ofrece el fruto de sus entrañas, su Hijo Jesús y, a su vez, el Niño
ofrece sus uvas.
Ahora
bien, este doble don, presente en la imagen, visible en el gesto de la Virgen y
en el de su Hijo, es una promesa, que como tal se presenta al fiel que
contempla la imagen, pero que no se aún en la realidad, porque una imagen no es
la realidad en sí misma, sino una representación de la realidad. La imagen
promete un doble don, pero ese doble don permanece como promesa que todavía no
se realiza porque se trata, precisamente, de una imagen y no de la realidad que
esta representa.
Lo
que hay que tener en cuenta, cuando se contempla la imagen de Nuestra Señora de
la Eucaristía, es que la promesa del doble don que la devoción encierra, se
concreta y realiza en la Santa Misa, porque es allí en donde la Santa Madre
Iglesia -representada en la Virgen-, actualiza el sacrificio de la Cruz por
medio del cual el Hijo de María Virgen se entrega como Víctima Inocente por la
salvación del mundo, y es en la Santa Misa en donde Jesús, el Hijo de la
Virgen, entrega no ya uvas, sino el fruto de la Vid verdadera, su Sangre, la
cual es derramada incruentamente en el cáliz del altar.
El
devoto de Nuestra Señora de la Eucaristía debe entonces asociar su
devoción a la Virgen con el don real que la Virgen le concede en la Santa Misa,
porque el Niño que la Virgen ofrece en la imagen, es el Niño que la Iglesia nos
dona en la Eucaristía, y las uvas que el Niño nos ofrece en la imagen, es su
Sangre que Él derrama en el cáliz. En otras palabras, el devoto de Nuestra Señora
de la Eucaristía tiene que considerar que lo que la imagen promete, lo da en la
realidad la Iglesia en la Santa Misa: Jesús en la Eucaristía, la Sangre de
Jesús en el cáliz.
Intención para el Día 1 de la Novena:
Nuestra Señora de la Eucaristía, concédenos la gracia de comprender que el Niño que llevas en tus brazos, es el mismo que nos entregas, en Persona, en la Eucaristía, y que las uvas que tu Hijo nos ofrece, son la figura de su Sangre que, incruentamente, se vierte cada vez en el cáliz, en la Santa Misa.
Intención para el Día 1 de la Novena:
Nuestra Señora de la Eucaristía, concédenos la gracia de comprender que el Niño que llevas en tus brazos, es el mismo que nos entregas, en Persona, en la Eucaristía, y que las uvas que tu Hijo nos ofrece, son la figura de su Sangre que, incruentamente, se vierte cada vez en el cáliz, en la Santa Misa.
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