miércoles, 23 de octubre de 2013

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía (III)


         Meditación
         Nuestra Señora de la Eucaristía, Pura e Inmaculada como su Hijo Jesús
Al igual que sucede con un hijo, en quien se pueden ver los rasgos de la madre, así en el Hijo de María Virgen, podemos ver los rasgos de María, que van más allá del parecido meramente físico. La Virgen es la Llena de gracia, es la Purísima, y está inhabitada por el Espíritu Santo, el Amor de Dios, y así como es la Madre, así es el Hijo: Jesús es la Gracia Increada y el Autor de toda gracia creada, porque es Dios; su Ser trinitario es Purísimo, Limpidísimo y Perfectísimo, sin la más mínima mancha de ni siquiera imperfección alguna, por pequeña que sea; Jesús es el Cordero Inocente, el Cordero sin mancha, que junto al Padre dona el Amor de Dios, el Espíritu Santo, a través de su sacrificio en Cruz.
         Jesús es parecido a su Madre –como todo hijo se parece a su madre- pero, en rigor de verdad, es María quien se parece a Jesús, porque la Virgen fue hecha por Jesús y para Jesús, a su imagen y semejanza, para que fuera, desde su creación en gracia, Tabernáculo viviente y purísimo en donde fuera custodiado el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús. Nuestra Señora de la Eucaristía fue creada Pura y Santa, a imagen de su Hijo Jesús, convirtiéndose así en la Primera Custodia y el Primer Sagrario que alojó en su seno virginal al Pan de Vida eterna, Jesús, el Hijo de Dios.
Procedente desde la eternidad del seno de Amor Purísimo de Dios Padre, Jesús debía encarnarse y nacer en este mundo, pero su Encarnación y Nacimiento en el tiempo debía verificarse en un horno de Amor Purísimo y ardentísimo en un todo similar al seno de Amor Purísimo y ardentísimo en el que Él era desde toda la eternidad, para que Él, que era el Hijo de Dios, proveniente desde el seno eterno del Padre, fuera recibido con un Amor similar al del Padre y así no sintiera diferencias entre el Amor recibido en el seno eterno del Padre en la eternidad y el Amor recibido en el seno virgen de la Madre, en el tiempo. Este es el motivo que explica que la Virgen, pensada por la Trinidad desde toda la eternidad para ser Madre de Dios, haya sido creada y concebida en gracia y que toda Ella sea Pureza Inmaculada, porque su Hijo es la Pureza Inmaculada en sí misma; esto es lo que explica que la Virgen es llamada y sea “Llena de Gracia”, porque debía alojar en su seno virginal a su Hijo, que es la Gracia Increada; esto es lo que explica que la Virgen esté inhabitada, desde su Inmaculada Concepción, por el Espíritu Santo, el Amor de Dios: viviendo el Hijo en la eternidad en el Amor del Padre, debía vivir también en el tiempo, desde el primer instante de la Encarnación, en este mismo Amor, y para que el Hijo viva en el Amor del Padre fue que el Espíritu Santo hizo de María Virgen su morada virginal.
Entre la Madre y el Hijo se da un admirable intercambio: mientras Ella le proporciona de su carne y de su sangre, revistiendo al Verbo invisible del Padre para hacerlo visible y presentarlo al mundo como Niño Dios, su Hijo, que es Dios, le comunica y participa de su gracia desde el momento mismo de su Concepción Inmaculada. El parecido entre la Madre y el Hijo se da porque mientras la Virgen le proporciona de su carne, de su sangre y de nutrientes, su Hijo le comunica su Gracia, su Amor y su vida divina. Así el Niño tiene los rasgos faciales de la Madre y la Madre tiene la Pureza del Ser trinitario del Hijo. En la imagen, el Niño se parece a la Madre, pero es la Madre la que participa de la gracia de su Hijo en un grado que supera infinitamente a todos los ángeles y santos juntos. Y porque participa de la gracia de su Hijo en un grado eminente, así como es el fruto de sus entrañas, la Eucaristía -Pura, Inmaculada y Santa-, así es la Virgen: Pura, Inmaculada y Santa.
También los hijos adoptivos de la Virgen, nacidos al pie de la Cruz, están llamados a parecerse a su Madre celestial y para ello, los hijos de la Virgen deben alimentarse del Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesús; para parecerse a su Madre del cielo, los hijos de la Virgen deben nutrirse del Pan de Vida eterna, la Eucaristía. Porque todo hijo se parece a su madre, así el hijo adoptivo de María, que se alimenta de la Eucaristía, debe ser como su Madre: inmaculado, puro, santo.

Intención para el Día 3 de la Novena:

Nuestra Señora de la Eucaristía, intercede por nosotros para que, uniéndonos a tu Hijo Jesús en la Eucaristía, seamos para el mundo, por medio de las obras de misericordia, reflejos vivientes de su Pureza y de su Amor.


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