Meditación
Nuestra Señora de la Eucaristía es María, la Madre de Jesús
de Nazareth; cuando se contempla la imagen, se tiene la idea de una grácil y
frágil mujer joven que lleva, orgullosa, en sus brazos, a su niño; ambos están
buscando ya sea un lugar fresco en la casa, para deleitarse con las uvas que
acaban de cortar de la vid de su patio, o bien están ofreciendo, al
interlocutor que se les acerca, estas uvas, para compartirlas con él. Esto es
lo que nos dice la imagen, vista con los ojos del cuerpo, que no ven más allá
de lo que aparece y que, para las cosas de Dios y sus misterios, son ciegos
completamente.
Pero vista con los ojos de la Fe, la imagen nos dice algo
mucho más misterioso e incomprensiblemente más profundo: Nuestra Señora de la
Eucaristía es la Celestial Capitana que se enfrenta al Dragón Rojo y la bestia
negra, la masonería, el ejército dirigido por Satanás; ejército que cuenta con innumerables
soldados a su servicio, todos activos y puestos a trabajar a las órdenes del
ángel caído, quien tiene un objetivo bien preciso: desterrar del corazón del
hombre el amor y el conocimiento del único Dios verdadero, Dios Uno y Trino,
para iniciar a la humanidad entera en el ocultismo y lograr así la consagración
luciferina de toda la humanidad; ejército que se muestra sumamente activo a lo
largo y ancho del mundo, captando cada vez más adeptos a través de la secta
luciferina llamada “Nueva Era”, “Conspiración de Acuario”, o “New Age”;
ejército que está logrando su cometido, porque está llevando un número cada vez
más grande de almas a los abismos del infierno; ejército que trabaja
activamente y con mucha eficacia, para sembrar el error y profanar todo lo sagrado,
lo bueno, lo justo, conduciendo a la apostasía y al error.
Nuestra Señora de la Eucaristía es la Celestial Capitana del
Ejército de Dios, formado por los ángeles y los santos del cielo y por los
hombres que reconociéndose pecadores, desean combatir contra el pecado en sus
almas y en el mundo, para vivir la vida de la gracia.
Las armas que nos da esta Celestial Capitana son armas que
vuelven invencibles a quienes las manejen, y les conceden un triunfo rotundo y
seguro; son armas que permiten detectar las insidias de Satanás y alejar al
Ángel caído de la propia vida y de la vida de los seres queridos: la Cruz de su
Hijo Jesús, su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad, la Eucaristía; el
Santo Rosario; la confesión sacramental frecuente; los sacramentales, como el
agua bendita y el Santo Escapulario, sea el del Carmen o el Verde; la bondad
del corazón y la santidad de vida, que viene solo y únicamente por la gracia de
Jesús comunicada por los sacramentos, la fe y la oración, y las obras de
misericordia corporales y espirituales, como expresión práctica de esta bondad
y santidad.
Nuestra Señora de la Eucaristía, al igual que a los
sirvientes en las Bodas de Caná, que siguiendo las órdenes de Jesús llenaron
las tinajas vacías con agua, para que Jesús convirtiera el agua en vino, nos
dice: “Haced lo que Él os diga”, y lo que Él dice es que usemos las armas que
nos da su Madre, la Virgen. De esta manera, las tinajas vacías, los corazones
nuestros y los de nuestros seres queridos, y todo el mundo, se llenarán de la
gracia de Dios, como paso previo para ser llenados con el Vino de la Alianza Nueva
y Eterna, la Sangre del Cordero de Dios. Y así, Dios Uno y Trino obtendrá el
triunfo más rotundo, triunfo que ya está logrado en la Cruz de Jesús, y es el
de ser adorado, bendecido, amado y glorificado por sus hijos, los hombres de
todas las razas, de todos los tiempos.
Intención
para el Día 7 de la Novena:
Nuestra Señora de la Eucaristía,
concédenos la gracia de dar valiente testimonio público de Cristo, frente al
neo-paganismo imperante, para que Cristo sea conocido y amado por todos los
hombres. Amén.
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