lunes, 12 de octubre de 2020

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía - Día Siete - Octubre 2020

 



Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman” (tres veces)-

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Meditación.

          Cuando se contempla la imagen de Nuestra Señora de la Eucaristía, se puede llegar a comprender, un poco más e iluminados por la gracia, el sentido específico de la devoción a la Virgen como Nuestra Señora de la Eucaristía.

          En efecto, cuando contemplamos la imagen, vemos a la Virgen que, de pie, sostiene al Niño Jesús, quien tiene unos cuatro o cinco años de edad; el Niño Jesús, a su vez, sostiene, ayudado por su Madre, un racimo de uvas. ¿Cuál es el significado sobrenatural de estas imágenes? ¿Es el fruto de la casualidad, o hay un significado espiritual y sobrenatural en ellas? No es fruto de la casualidad, y cada elemento del conjunto tiene un sentido y una explicación bien precisos. Veamos cuáles son: la Virgen está de pie, aunque no está caminando y sostiene entre sus brazos, como dijimos, al Niño Dios. Si nos fijamos bien, descubriremos cuál es la actitud de la Virgen y qué es lo que quiere de nosotros: está en una actitud de dar al Niño a aquel que la contempla, como cuando una madre, orgullosa de su hijo, le da su hijo al que está conversando con ella, para que el interlocutor lo sostenga por un momento entre sus brazos. En otras palabras, la Virgen tiene la intención de darnos a su Hijo, para que nosotros lo recibamos con fe, con amor y con piedad, ya que no es un niño más entre tantos, sino que es Dios Hijo encarnado y el Salvador del mundo. La Virgen, lo que quiere, es darnos el Cuerpo de su Hijo y a su Hijo en su Persona. El Niño Jesús, a su vez, está aferrado a su Madre, pero a la vez dispuesto a soltarse de Ella para ser recibido por quien los contempla: es el deseo de Dios Hijo al encarnarse, el donarse, a través de la Virgen, a la humanidad entera. Por último, el racimo de uvas no está colocado al azar: significan la Sangre de Cristo que se derrama en la Cruz y sobre el Cáliz, cada vez, en la Santa Misa: con las uvas se hace el vino y el vino se convierte, por las palabras de la consagración, en la Sangre de Jesús. Así, las uvas simbolizan al Vino de la Alianza Nueva y Eterna que se derrama en el Santo Sacrificio de la Cruz y en la Santa Misa.

          El significado, entonces, de la imagen de Nuestra Señora de la Eucaristía, no es el de una imagen piadosa en la que una madre entrega a su hijo para que éste sea recibido por un viandante: la Virgen representa a la Iglesia, que nos da el Cuerpo de Cristo -la Virgen que nos da a su Hijo- y la Sangre de Cristo -el racimo de uvas que tiene el Niño- en cada Eucaristía. Éste es el significado sobrenatural último de la imagen de Nuestra Señora de la Eucaristía.

          Oración final: Un Padrenuestro, Diez Avemarías, un Gloria.

 

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía - Día Seis - Octubre 2020

 



Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, te aman” (tres veces).

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Meditación.

          Existe una festividad, de origen pagano y demoníaco, que desde el mundo anglo-sajón se ha difundido por todo el mundo y es Halloween. ¿Qué relación hay entre Halloween y la devoción a Nuestra Señora de la Eucaristía? Para entenderlo, hay que profundizar un poco más en Halloween, que es una festividad que de ninguna manera es inocente. No lo es, no solo porque evoca, explícitamente, a los habitantes del Infierno, al promocionar disfraces y vestimentas que evocan la brujería, el ocultismo, el satanismo, el espiritismo, sino que no es una festividad inocente porque es que Halloween es el momento del año en el que más cantidad de profanaciones y sacrilegios se llevan a cabo.

          Lo que sucede en Halloween es algo que es contrario a la fe católica en general y que ofende, de modo particular, a Nuestro Señor, sobre todo en su Presencia Eucarística. En efecto, en Halloween, se festeja al Infierno y a sus habitantes, en una especie de anti-fiesta litúrgica celebrada por la Iglesia, la Festividad de todos los Santos, en los que se festejan a los habitantes del Cielo. De ahí la abundancia de disfraces terroríficos de fantasmas, brujos, demonios, etc. Sin embargo, lo más grave en Halloween no es sólo esta celebración externa y explícita del Infierno y sus habitantes: además de eso, en Halloween es la época del año en la que más se profanan las iglesias católicas y los sagrarios, para robar las Hostias consagradas, con el propósito inconfesable de realizar misas negras. Allí, la Eucaristía es denigrada, insultada, profanada de formas impensables, pisoteada, dada a los animales, burlada, profiriendo además sobre ella insultos irreproducibles. Es decir, en Halloween, los cultores y devotos del ocultismo y del satanismo, ponen especial atención en robar Hostias consagradas para luego profanarlas en las misas negras.

          La devoción a Nuestra Señora de la Eucaristía tiende, además de como decíamos, a aumentar el amor y la adoración a Jesús en la Eucaristía, a reparar de modo general las ofensas a la Eucaristía y de modo particular, las profanaciones que en Halloween los satanistas y ocultistas llevan a cabo, sacrílegamente, sobre la Eucaristía. Esto explica también la razón del día propio de la Virgen, el treinta de octubre, como día de vigilia y reparación contra las profanaciones que se llevarán a cabo el treinta y uno de octubre, el día de Halloween. Una forma de oponernos a esta festividad demoníaca, el Halloween, es, por lo tanto, aumentar cada vez más nuestro amor y nuestra devoción a Nuestra Señora de la Eucaristía.

          Oración final: Un Padrenuestro, Diez Avemarías, un Gloria.

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía - Día Cinco - Octubre 2020

 



Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, te aman” (tres veces)-

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

Meditación.

Quien ama a Nuestra Señora de la Eucaristía, termina amando, sin darse cuenta cómo, a Jesús Eucaristía porque, como decíamos, el fin de la devoción a Nuestra Señora de la Eucaristía es el despertar el amor a Jesús Eucaristía, si no lo había, o bien el de aumentar cada vez más el amor a Jesús Sacramentado, si ya se lo tiene. Y como este amor se convierte en adoración, desde el primer instante, el objetivo final de quien es devoto a la Virgen de la Eucaristía es el de amar y adorar la Presencia Sacramental, Eucarística, del Hijo de Dios encarnado.

Sin embargo, hay otro fin en la devoción a Nuestra Señora de la Eucaristía, además de amar y adorar a Jesús Sacramentado, es el de la Reparación, un fin que, si bien es secundario respecto al primero, no es menos importante. La razón es que, si bien hay quienes aman a la Virgen y a su Hijo en la Eucaristía, hay muchos otros que, o son indiferentes ante la Presencia del Hijo de Dios sacramentado, o bien profesan un odio declaradamente explícito a esta Presencia Eucarística de Jesús de Nazareth. Y puesto que lo odian, cometen contra la Eucaristía las mayores abominaciones, imposibles de describir y siquiera de imaginar. Ya con el solo hecho de que un alma sea indiferente a la Presencia real, substancial y verdadera de Jesús en la Eucaristía, ya es una ofensa hacia Jesús Sacramentado, aun cuando en el indiferente no haya intención de ofender. Jesús es ofendido cuando no se reconoce su Presencia sacramental, de la misma manera a como es ofendido cuando se lo quiere explícitamente ofender.

Ahora bien, como Nuestra Señora de la Eucaristía es Maestra y Modelo de Adoración, al enseñarnos a adorar a su Hijo Eucaristía, hace crecer, en igual medida que el amor y la adoración, el deseo de reparar por todos aquellos que lo ofenden, ya sea voluntaria o involuntariamente.

Por esto, cuanto más aumentemos nuestro amor y nuestra devoción hacia Nuestra Señora de la Eucaristía, tanto más aumentará, en nuestros corazones, el deseo de reparar por quienes lo ofenden. Por esta razón, una de las oraciones preferidas de los devotos de Nuestra Señora de la Eucaristía es la oración enseñada por el Ángel de Portugal a los Pastorcitos en una de sus apariciones: inclinándose profundamente ante la Eucaristía, arrodillándose y tocando el suelo con la frente, el Ángel les enseña esta oración, que debe ser la oración preferida de todo Adoración Eucarística: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni adoran, ni aman”. Y repetir esta oración, sin cesar, cada vez que el adorador se encuentre ante el sagrario.

Oración final: Un Padrenuestro, Diez Avemarías, un Gloria.

 

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía - Día Cuatro - Octubre 2020

 



Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, te aman” (tres veces)-

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

          Meditación.

          La devoción a Nuestra Señora de la Eucaristía lleva a amar a la Eucaristía, puesto que es la Virgen la que acerca, al ser Mediadora de la Gracia, al alma con su Hijo Jesús, Presente en Persona en la Eucaristía.

          No hay nada que la Virgen desee más, en esta tierra y en el Cielo, que un alma se acerque a su Hijo Jesús, no solo físicamente, sino ante todo, espiritualmente, con su fe y con su amor y es éste el fin de la devoción de la Virgen como Nuestra Señora de la Eucaristía.

          Si alguien tiene devoción a la Virgen como Nuestra Señora de la Eucaristía, lo más probable es que reciba, de Ella, infinidad de gracias, como por ejemplo, la curación de enfermedades difíciles o imposibles de curar para la medicina humana. Sin embargo, quien tiene devoción a la Virgen como Nuestra Señora de la Eucaristía, es la de amar, cada vez más, a la Eucaristía. Este amor a la Eucaristía tiene muchos grados: hay quienes, antes de la devoción a Nuestra Señora de la Eucaristía, ignoraban qué era la Eucaristía, o se encontraba alejado de la Eucaristía, no sólo física sino, ante todo, espiritualmente; la gracia más grande que recibe un alma que es devota de la Virgen de la Eucaristía es, por lo tanto, no la curación de una enfermedad corporal, sino el ser iluminados, por la gracia, acerca de la realidad de la Presencia del Hijo de Dios en la Eucaristía, unido al deseo de adorar a Jesús Sacramentado y de recibirlo sacramentalmente, con un amor cada vez más grande.

          Por esta razón, el fin último de la devoción a Nuestra Señora de la Eucaristía es el encender en el corazón el amor a la Sagrada Eucaristía, o aumentar, cada vez más, en su corazón, el amor a Jesús Eucaristía y el no querer apartarse de Él en ningún momento.

          Oración final: Un Padrenuestro, Diez Avemarías, un Gloria.

 

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía - Día Tres - Octubre 2020

 



Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, te aman” (tres veces)-

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

          Meditación.

          La Virgen, en cuanto Nuestra Señora de la Eucaristía, es Maestra de Adoración Eucarística y por esto mismo, todo aquel que desee adorar a Cristo Eucaristía, no puede no tenerla a la Virgen como su Maestra y Modelo de oración.

          Nuestra Señora de la Eucaristía es Maestra y Modelo de adoración por distintos motivos: porque lo adoró en su mente, en su Inmaculado Corazón y en su Cuerpo Purísimo.

          Ante las palabras del Ángel, que le anunciaban que era voluntad de Dios era que el Hijo de Dios se encarnara, por obra del Espíritu Santo, en su seno virginal, la Virgen, al aceptar la voluntad divina con su mente, luego de escuchar y analizar las palabras del Ángel, lo adoró con la totalidad de su mente, no dejando nada para adorar, fuera de la Encarnación del Hijo de Dios, la Eucaristía.

          Luego de aceptar con su mente las palabras del Ángel y adorar al Hijo de Dios que la había elegido a Ella -por su Pureza Inmaculada y por ser la Llena de gracia-, el paso siguiente de la Virgen fue amar la voluntad de Dios y, acto seguido, adorarlo con su voluntad, puesto que lo único que Ella deseaba, era cumplir la voluntad de Dios. Así, la Virgen adoró al Verbo Encarnado, primero con su mente y luego con su voluntad.

          Por último, la Virgen lo adoró con su Cuerpo Purísimo, al aceptar, con su “Sí” al Ángel que le transmitía la voluntad de Dios, que el Hijo de Dios se encarnara en su útero, en su seno virginal. La Virgen se arrodilló ante las palabras del Ángel, no para adorar al Ángel, obviamente, sino para adorar al Hijo de Dios quien, luego de su “Sí”, y llevado por el Espíritu Santo, se encarnó en su seno purísimo. Así, la Virgen adoró al Hijo de Dios, que se encarnaba en su útero por obra del Espíritu Santo, con su Cuerpo Inmaculado.

          Porque Nuestra Señora de la Eucaristía adoró a su Hijo Encarnado, la Eucaristía, con su mente, su Corazón Inmaculado y su Cuerpo Purísimo, es Maestra y Modelo de Adoración Eucarística.

          Oración final: Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

 

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía - Día Dos - Octubre 2020

 



Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, te aman” (tres veces)-

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

          Meditación.

Decíamos que la Virgen es llamada “Nuestra Señora de la Eucaristía” porque es en su seno virginal en donde se produce la unión entre la Persona divina del Hijo de Dios con la naturaleza humana de Jesús de Nazareth y puesto que la Eucaristía es esto, la unión entre la Divinidad y la Humanidad y dicha unión se realiza en el seno de la Virgen, es que, repetimos, a la Virgen se le llama “Nuestra Señora de la Eucaristía”, con todo derecho.

          Ahora bien, hay Alguien, en cuyo seno, también virginal, y también por obra del Espíritu Santo, se realiza el mismo prodigio que el Espíritu Santo realizó en la Virgen y ese Alguien es la Esposa Mística del Cordero, la Iglesia Católica. En efecto, a través del sacerdocio ministerial, que participa del Sacerdocio Único de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, la Iglesia confecciona, en su seno virginal, el altar eucarístico, la Eucaristía. Allí, en el altar eucarístico, en cada Santa Misa, por la acción del Espíritu Santo, se lleva a cabo la confección del Sacramento de la Eucaristía, es decir, el Espíritu Santo, con su omnipotencia divina, cuando el sacerdote ministerial dice las palabras de la consagración –“Esto es mi Cuerpo, Esta es mi Sangre”-, convierte las substancias del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y así convertidas, las une hipostáticamente, esto es, a la Persona Divina del Hijo de Dios, para que quede constituida la Eucaristía. En otras palabras, si en el seno virginal de María se produce la unión entre la Divinidad del Hijo de Dios y la Humanidad Santísima de Jesús de Nazareth, esto es la Encarnación, esta misma Encarnación del Hijo de Dios se prolonga, en cada Santa Misa, por obra del Espíritu Santo, realizándose sobre el altar eucarístico, en el aquí y ahora de la Santa Misa, la misma unión que se llevó a cabo, por obra del Espíritu Santo, en el seno purísimo de María Santísima.

          Por esta razón, podemos llamar también, a la Santa Iglesia Católica, con todo derecho, “Nuestra Señora de la Eucaristía”.

          Oración final: Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.

 

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía - Día Uno - Octubre 2020

 



Oración inicial: “Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, te aman” (tres veces)-

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, Presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los cuales Él mismo es continuamente ofendido. Por los infinitos méritos de su Sacratísimo Corazón y los del Inmaculado Corazón de María, os pido la conversión de los pobres pecadores. Amén”.

          Meditación.

Uno de los nombres de la Virgen es “Nuestra Señora de la Eucaristía”. Nos podemos preguntar la razón: ¿por qué la Virgen se llama “Nuestra Señora de la Eucaristía?”. La razón es que la Eucaristía surge de la Virgen, de su seno virginal. Es decir, la Eucaristía es la unión entre el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y la Persona Divina del Hijo de Dios. En otras palabras, la Eucaristía es la unión hipostática, esto es, en la Persona del Hijo de Dios, de la Humanidad Santísima de Jesús de Nazareth y esta unión -que es de carácter nupcial, por la cual la Divinidad se une a la Humanidad-, se lleva a cabo en un lugar especialísimo: en el seno virginal de María Santísima. Por esta razón, la Virgen es llamada “Nuestra Señora de la Eucaristía”, porque la Eucaristía, que es un sacramento, se produce en su seno virginal, por obra del Espíritu Santo, el Amor de Dios.

          Por lo tanto, llamar a la Virgen “Nuestra Señora de la Eucaristía”, no es adjudicarle un nombre que le viene impuesto desde afuera, sin relación con la realidad: la Virgen es la Señora de la Eucaristía por derecho propio, porque es en su seno virginal en donde Jesús, el Sacramento del Padre, se confecciona, por así decirlo.

          Oración final: Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.