viernes, 23 de junio de 2017

La Virgen de la Eucaristía nos pide que hagamos lo que Jesús nos dice


(Para niños)

         Un día, Jesús y su Mamá, la Virgen, fueron a una fiesta de casamiento, porque los novios eran amigos suyos. Cuando estaban en la fiesta, la Virgen se dio cuenta que a los novios se les había terminado el vino, por lo que la fiesta se iba a arruinar. Entonces, le dijo a Jesús, pero Jesús no quería hacer ningún milagro, porque su Papá le había dicho que todavía no había llegado la Hora de que Él hiciera milagros delante de todos. Pero la Virgen lo miró con sus dulces y hermosos ojos, y le volvió a pedir a Jesús, y entonces Jesús, que no puede resistirse a la mirada de amor de su Mamá, le dijo que sí iba a hacer el milagro, porque Ella se lo pedía. Y antes que Jesús le diga que sí, también Dios Padre le dijo permiso a Jesús para que hiciera el milagro, para que Jesús pudiera demostrar a todos el Amor de Dios. Cuando Jesús le dijo que sí iba a hacer el milagro, la Virgen le dijo a los sirvientes: “Hagan lo que Él les diga”. Entonces Jesús mandó que llenaran unas tinajas de piedra con agua, hasta el borde, y cuando los sirvientes lo hicieron, Jesús transformó el agua en un vino exquisito, tan rico, que el jefe de los mozos lo probó y sin saber que Jesús había convertido el agua en vino, le dijo al novio que era el mejor vino que había probado. Y los novios, entonces, pudieron seguir con su fiesta de casamiento, alegres porque tenían un vino exquisito para convidar a sus amigos. Este milagro de convertir el agua en vino, lo hizo Jesús con su poder, para que nosotros nos demos cuenta que Él es Dios y que tiene el poder de hacer un milagro todavía más grande, y es el de transformar el vino de la Misa en su Sangre.
         Este milagro nos muestra el poder que tiene la Virgen delante de Jesús, que es Dios: es el poder del amor de su Corazón de Mamá, y es tan fuerte su amor de Mamá, que Jesús no le niega nada de lo que su Mamá le pide. Entonces, cuando necesitemos algo de Jesús, no dudemos en acudir a nuestra Mamá del cielo, la Virgen, para que Ella interceda ante Jesús por nosotros, y así conseguiremos de Jesús todos los milagros que Jesús quiere hacer en nuestras vidas. Pero también, cuando simplemente tengamos el deseo de decirle a Jesús que lo amamos, se lo digamos primero a la Virgen, para que Ella le diga a Jesús, de parte nuestra, que lo amamos mucho. Y Jesús hará un milagro más grande que convertir el agua en vino: convertirá nuestro amor a Él, que es pequeño, en un amor tan grande, que llegue hasta el cielo.

         Todos juntos le vamos a rezar esta oración a Nuestra Señora de la Eucaristía: “Virgen María, Nuestra Señora de la Eucaristía, te pedimos que le digas a Jesús que lo amamos mucho y que proteja siempre a nuestras familias. Nosotros te prometemos, Mamá de Jesús y Mamá nuestra, que vamos a hacer siempre lo que Jesús nos diga. Amén”.

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