(Para
niños)
Un día, Jesús y su Mamá, la Virgen, fueron a una fiesta de
casamiento, porque los novios eran amigos suyos. Cuando estaban en la fiesta,
la Virgen se dio cuenta que a los novios se les había terminado el vino, por lo
que la fiesta se iba a arruinar. Entonces, le dijo a Jesús, pero Jesús no
quería hacer ningún milagro, porque su Papá le había dicho que todavía no había
llegado la Hora de que Él hiciera milagros delante de todos. Pero la Virgen lo
miró con sus dulces y hermosos ojos, y le volvió a pedir a Jesús, y entonces
Jesús, que no puede resistirse a la mirada de amor de su Mamá, le dijo que sí
iba a hacer el milagro, porque Ella se lo pedía. Y antes que Jesús le diga que
sí, también Dios Padre le dijo permiso a Jesús para que hiciera el milagro,
para que Jesús pudiera demostrar a todos el Amor de Dios. Cuando Jesús le dijo
que sí iba a hacer el milagro, la Virgen le dijo a los sirvientes: “Hagan lo
que Él les diga”. Entonces Jesús mandó que llenaran unas tinajas de piedra con
agua, hasta el borde, y cuando los sirvientes lo hicieron, Jesús transformó el
agua en un vino exquisito, tan rico, que el jefe de los mozos lo probó y sin
saber que Jesús había convertido el agua en vino, le dijo al novio que era el
mejor vino que había probado. Y los novios, entonces, pudieron seguir con su
fiesta de casamiento, alegres porque tenían un vino exquisito para convidar a
sus amigos. Este milagro de convertir el agua en vino, lo hizo Jesús con su
poder, para que nosotros nos demos cuenta que Él es Dios y que tiene el poder
de hacer un milagro todavía más grande, y es el de transformar el vino de la
Misa en su Sangre.
Este milagro nos muestra el poder que tiene la Virgen
delante de Jesús, que es Dios: es el poder del amor de su Corazón de Mamá, y es
tan fuerte su amor de Mamá, que Jesús no le niega nada de lo que su Mamá le
pide. Entonces, cuando necesitemos algo de Jesús, no dudemos en acudir a
nuestra Mamá del cielo, la Virgen, para que Ella interceda ante Jesús por
nosotros, y así conseguiremos de Jesús todos los milagros que Jesús quiere
hacer en nuestras vidas. Pero también, cuando simplemente tengamos el deseo de
decirle a Jesús que lo amamos, se lo digamos primero a la Virgen, para que Ella
le diga a Jesús, de parte nuestra, que lo amamos mucho. Y Jesús hará un milagro
más grande que convertir el agua en vino: convertirá nuestro amor a Él, que es
pequeño, en un amor tan grande, que llegue hasta el cielo.
Todos juntos le vamos a rezar esta oración a Nuestra Señora
de la Eucaristía: “Virgen María, Nuestra Señora de la Eucaristía, te pedimos
que le digas a Jesús que lo amamos mucho y que proteja siempre a nuestras
familias. Nosotros te prometemos, Mamá de Jesús y Mamá nuestra, que vamos a
hacer siempre lo que Jesús nos diga. Amén”.
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