sábado, 1 de septiembre de 2012

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía 4



Nuestra Señora de la Eucaristía y el Vino que se hace con las uvas del Niño
         Las uvas que lleva el Niño recuerdan a las palabras de Jesús en las que Él se identifica con una vid: “Yo Soy la Vid verdadera”. Jesús es la Vid verdadera, triturada en la vendimia de la Pasión; Él es la Vid de donde se obtiene el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, la Sangre del Cordero de Dios, Sangre con la cual Dios Padre sella el pacto de salvación de los hombres. Por Jesús, Vid verdadera, los hombres obtienen el Vino Nuevo, el Vino con el que Dios Padre celebrará las bodas de su Hijo con la humanidad, bodas por las cuales los hombres no sólo se verán libres de sus enemigos mortales, el demonio, el mundo y la carne, sino que obtendrán también un don inimaginable, un tesoro inapreciable, un regalo imposible de concebir, el don de la filiación divina.
         Este Vino celestial, obtenido de la Vid verdadera, embriaga con la alegría y el Amor mismo de Dios Uno y Trino; es un Vino de calidad exquisita, ya que surge del seno mismo de la Trinidad, el Corazón traspasado del Hombre-Dios Jesucristo.
         El Vino de la Vid verdadera, la Sangre del Cordero, es servido por Dios Padre en el banquete celestial, la Santa Misa, para acompañar los otros manjares venidos del cielo: el Pan de Vida eterna, y la Carne del Cordero de Dios, el Cuerpo de Jesús glorioso y resucitado.
         El Vino que se obtiene con la vendimia de las uvas de la Vid verdadera, es el sello de Amor de Dios Padre, que responde con el don del perdón, del amor y de la misericordia a los viñadores asesinos, los hombres pecadores, que con sus pecados asesinan a su Hijo en la Cruz.
         El Vino que se hace con las uvas del Niño que lleva la Virgen de la Eucaristía es, por todo esto,  un Vino de calidad exquisita, obtenido a altísimo precio, y por eso quien lo consume debe tener su corazón y su alma dispuesta por la gracia santificante: ha sido obtenido al precio de la vida del Hombre-Dios, y no puede ser libado en cualquier cáliz, sino que el cáliz debe ser un corazón purificado por el dolor de los pecados y probado por la humillación y la tribulación, y debe ser además purificado, por dentro y por fuera, con la gracia santificante. 
           Intención para el Día 4 de la Novena: Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que nuestro único deleite sea el Banquete Celestial, la Santa Misa, en donde se sirve el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, la Sangre de tu Hijo Jesús. Amén.

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