Nuestra Señora de la Eucaristía,
las uvas del Niño y las Bodas de Caná
Las
uvas que trae el Niño nos recuerdan al vino que se elabora con ellas, y el vino
a su vez nos recuerda al episodio de las Bodas de Caná. Es importante meditar
el episodio, el cual está representado en la imagen de la Virgen de la Eucaristía.
En el episodio evangélico,
los esposos se quedan sin vino, lo cual supone un grave contratiempo en un
momento de fiesta y de celebración. Ante la situación, es la Virgen María quien
se percata de lo sucedido y, movida por su amor maternal, decide intervenir a
favor de los esposos, pidiendo a Jesús un milagro: “Hijo, no tienen vino”.
La falta de vino en
la fiesta de los esposos significa la vida humana, la vida del hombre, de todo
hombre, sin fe sobrenatural en Cristo Dios. El hecho de que los esposos no
puedan celebrar, al haberse terminado el vino, significa que la vida humana,
sin fe en Cristo Jesús como Dios Hijo encarnado, es una vida vacía y sin gusto,
sin sentido, tal como una tinaja vacía.
Es por esto que cuando
la Virgen le dice a Jesús: “Hijo, no tienen más vino”, le está diciendo también:
“Hijo, no tienen más fe en Ti; haz un milagro, obra en sus vidas, ilumina sus
corazones, para que así iluminados te contemplen, te amen, y salven sus almas”.
En Caná, la Virgen le pide un milagro a Jesús, para que los esposos puedan
alegrar su boda; en respuesta, Jesús obra un maravilloso milagro, convirtiendo
el agua de las tinajas, en vino exquisito, de la mejor calidad. A pedido de su
Madre, la Virgen, Jesús obra un milagro, por medio del cual los esposos no solo
se alegran porque ya tienen vino para festejar, sino ante todo porque quedan
deslumbrados por la Persona del Hijo de Dios encarnado, Jesús de Nazareth, que
les concede un nuevo y más profundo motivo de alegría: Dios se ha encarnado
para llevarnos a la vida eterna, a la feliz contemplación de la Trinidad en los
cielos.
Las uvas del Niño de
la Virgen de la Eucaristía nos recuerdan entonces al milagro de la conversión
del agua en vino en las Bodas de Caná, milagro que anticipa y prefigura el don
de la fe sobrenatural en Cristo Dios, fe que da sentido a la vida y la colma de
dicha celestial, embriagando al alma con la Alegría misma de Dios.
Oración para el Día 5 de la
Novena: Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que nuestros
corazones, al beber el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, la Sangre de Jesús,
rebosen con la Alegría del Amor divino.
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