jueves, 14 de abril de 2011

Jesús pronuncia sus últimas palabras



Hija Mía, has oído y has visto Mis sufrimientos, acompáñame hasta el fin y comparte Mi dolor.Ya está enarbolada Mi Cruz.

¡He aquí la hora de la Redención del mundo!

Soy el espectáculo de burlas para la muchedumbre... pero también de admiración y de amor por las almas.

Esta Cruz, hasta ahora instrumento de suplicio, donde expiraban los criminales va a ser, en adelante, la luz y la paz del mundo. En Mis Sagradas Escrituras encontrarán los pecadores el perdón y la vida.

¡Mi Sangre lavará y borrará las manchas de sus pecados! ¡En Mis Sagradas Llagas vendrán las almas puras, a refrigerarse y abrasarse en Mi amor! En ellas se refugiarán y fijarán para siempre su morada.

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen, no han conocido al que es su vida... Han descargado sobre él todo el furor de sus iniquidades. Mas Yo te lo ruego, ¡oh, Padre Mío!, descarga sobre ellas la fuerza de Tu Misericordia.

Hoy estarás Conmigo en el Paraíso, porque tu fe en la Misericordia de tu Salvador ha borrado tus crímenes... Ella te conduce a la vida eterna.

Mujer, ¡He ahí a Tu Hijo!... Madre Mía, ¡he ahí a Mis hermanos! Guárdalos, ámalos... no están solos.

¡Oh!, ustedes, por quienes He dado Mi vida Tienen ahora una Madre a la que pueden recurrir en todas sus necesidades. Los He unido a todos con los más estrechos lazos al darles Mi propia Madre. El alma no tiene ya derecho a decir a su Dios: ¿Por qué Me Has abandonado? En efecto, después de consumado el misterio de la Redención, el hombre ha vuelto a ser hijo de Dios, hermano de Jesucristo, heredero de la vida eterna...

Oh, Padre Mío... Tengo sed de Tu Gloria... y he aquí que ha llegado la hora... En adelante, realizándose Mis palabras, el mundo conocerá que Tú eres el que Me enviaste y serás glorificado.Tengo sed de Tu Gloria. Tengo sed de almas... y para refrigerar esta sed, He derramado hasta la última gota de Mi Sangre.

Por eso puedo decir: Todo está consumado. Ahora se ha cumplido el gran misterio de Amor por el cual Dios entregó al mundo a Su propio Hijo, para devolver al hombre la Vida... Vine al mundo para hacer Tu Voluntad, oh Padre Mío. ¡Ya está cumplida! A Vos entrego Mi alma.

Así las almas que cumplen Mi Voluntad podrán decir con verdad: “Todo está consumado…“ Señor Mío y Dios Mío, recibe Mi alma... la pongo en Tus amadas manos. Por las almas agonizantes ofrecí al Padre Mi muerte, y ellas tendrán la Vida.

En el último grito que lancé desde la Cruz, abracé a toda la humanidad pasada, presente y futura; el espasmo lacerante con el cual Me desprendí de la tierra, fue acogido por Mi Padre con infinito Amor y todo el Cielo exultó por El, porque Mi Humanidad entraba en la Gloria.

En el mismo instante en el cual entregué Mi Espíritu, una multitud de almas se encontró Conmigo: quien me deseaba desde hacía siglos y siglos, quien desde hace pocos meses, o días, pero todos intensamente. Pues bien, esta sola alegría bastó para todas las penas sufridas por Mí.

Deben saber que en memoria de aquel encuentro gozoso, Yo He decidido asistir, y muchas veces hasta visiblemente, a los moribundos. Otorgo a estos la salvación, para honrar a los que tan amorosamente Me acogieron en el Cielo.

Así, oren por estos moribundos porque Yo los amo mucho. Cuantas veces hagan el ofrecimiento del último grito que lancé al Padre serán escuchados; porque por él se Me conceden muchísimas almas.Fue un momento de gozo, cuando se presentó a Mí toda la Corte Celestial que, compacta y vibrante, esperaba Mi muerte. Pero entre todas las almas que Me rodeaban, una estaba particularmente alborozada; tanto que centellaba de gozo, de amor...

Era José quién, más que ningún otro, entendía qué gloria había adquirido después de tan acerbas luchas. El condujo a todas las almas que esperaban por Mí; a él se le concedió ser el primer Embajador Mío en el Limbo.

Los Angeles, en cada orden, Me rindieron honor de modo que Mi Humanidad, ya resplandeciente, fue circundada de innumerables Santos que Me adoraban y exaltaban.Hijos Míos, no hay cruces gloriosas en la tierra, están todas envueltas en misterio, en tinieblas, en exasperación. En misterio, porque no la entienden; en tinieblas, porque ofuscan la mente, porque golpean justamente en lugares donde no se querrá ser golpeado.No se lamenten, no se retarden; les digo Yo, que llevé no solo la Cruz de madera que Me condujo a la Gloria sino, sobre todo, aquella Cruz invisible pero permanente, que estaba formada por las cruces de sus pecados. Sí, y de sus sufrimientos. Todo lo que ustedes sufren fue objeto de Mis penas, puesto que no sufrí solamente para darles la Redención, sino también por lo que ustedes deben sufrir ahora. Miren el amor que me une a ustedes; en ello tengan la confirmación de Mi Santo Querer y únanse a Mí, observando cómo Yo Me comporté entre ilimitadas amarguras.He tomado como símbolo un madero, una cruz. Lo He llevado, con gran amor, por el bien de todos. He sufrido verdadera aflicción, para que todos pudiesen alegrarse en Mí. Pero hoy, ¿cuántos creen en el que verdaderamente los amó y los ama?... Contémplenme en la imagen del Cristo que llora y sangra. Allí y así, Me tiene el mundo.

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