(Homilía para niños de una Escuela Primaria)
Cuando Jesús era Niño, la Virgen cuidaba de Él en todo
momento. Es verdad que Él es Dios, por eso lo llamamos “Niño Dios” y como era
Dios, todo lo sabía y todo lo podía y no necesitaba la ayuda de nadie. Pero como
también era Niño, necesitaba ayuda, como la necesita todo niño. Veamos qué pasa
con nosotros: cuando somos niños, necesitamos de la ayuda de nuestros papás, de
nuestros hermanos, de nuestros tíos, de nuestros abuelos. Y la que está casi
todo el día con nosotros, es nuestra mamá, por eso es la que siempre nos ayuda
más en las cosas que necesitamos. Por ejemplo, cuando volvemos de la escuela,
necesitamos que nos ayuden con los deberes; necesitamos que nuestra madre nos
prepare la comida, porque todavía no sabemos cocinar; necesitamos que nuestra
mamá nos prepare la ropa para la escuela, para el otro día; necesitamos tomar
la merienda, y así con muchas otras cosas más. Necesitamos que nos enseñen cómo
comportarnos en la mesa, cómo comportarnos con otras personas, cómo tener
buenos modales. Pero sobre todo, necesitamos amor, el amor de una madre y el
amor de un padre, además del amor de los hermanos.
Bueno, la Virgen era así con Jesús, cuando Jesús era Niño:
Ella cuidaba de Jesús en todo momento: desde el instante mismo en que Jesús fue
llevado a su panza por el Espíritu Santo, la Virgen empezó a cuidar de Jesús y
nunca dejó de cuidarlo, ni siquiera cuando Jesús ya era grande. La Virgen lo
acompañó hasta el Calvario y estuvo al lado de Jesús mientras Jesús estaba
crucificado. Cuando Jesús era Niño, la Virgen le cosía su ropita, la lavaba y
se la tenía siempre limpia y bien preparada; a la mañana, lo llevaba al mercado
con Ella, para comprar las cosas para el almuerzo y la cena; cuando llegaba la
merienda, la Virgen le preparaba una rica taza de leche caliente y amasaba pan
para darle pan con miel, que Jesús comía con mucho gusto. Y si Jesús se llegaba
a caer y si se lastimaba, la Virgen era la primera en socorrerlo, curándole las
heridas con aceite. Pero sobre todo, la Virgen le daba a Jesús amor, mucho,
pero mucho amor, y era eso lo que Jesús más amaba en la Virgen, el amor que
Ella le daba continuamente, noche y día, porque el amor con el que la Virgen lo
amaba era el mismo Amor de Dios, el Espíritu Santo.
Así
como hacía la Virgen con Jesús, que lo cuidaba de noche y día con el amor de su
Corazón de Madre, que es el Amor de Dios, el Espíritu Santo, así hace la Virgen
con nosotros, nos cuida todo el tiempo, de noche y de día y no solo cuando
somos niños, sino también cuando somos grandes y nos ama con el amor de su
Corazón, el Espíritu Santo. Acudamos siempre a la Virgen, como hace un niño
pequeño con su mamá y la Virgen nos dará siempre el Amor de su Corazón
Inmaculado.
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