¿Qué significado tiene la imagen de la Virgen de la
Eucaristía?
Para
saberlo, analicémosla a la luz de la fe.
La
Virgen está de pie, pero no detenida, sino en gesto de avanzar, de ir hacia
quien la contempla; sostiene en sus brazos al Niño Dios, vestido con una
pequeña túnica, símbolo de su inocencia. El Niño Dios, a su vez, sostiene,
ayudado por su Madre, un racimo de uvas.
Por
parte de la Virgen, el gesto de avanzar, de caminar y desplazarse hacia
adelante, significa viene hacia nosotros, pero no es un encuentro al estilo
terrenal: la Virgen, que viene a visitarnos, viene desde lo alto, desde el cielo
en donde habita, hacia nosotros, que vivimos en el exilio de esta vida y esta
tierra, llamada “valle de lágrimas”. Podemos decir, entonces, que la Virgen
viene hacia nosotros, pero no como quien viene desde un camino terreno, sino
que viene desde el cielo, porque es allí en donde habita. Viene desde el cielo
a visitarnos, de un modo similar, parecido a como fue a Visitar –en el episodio
conocido como “la Visitación”- a su prima Santa Isabel, aunque con diferencias.
En la Visitación a Isabel, la Virgen no llegó desde el cielo; en la Visitación
que nos hace Nuestra Señora de la Eucaristía, sí viene desde el cielo. En lo
que se asemeja es que, al igual que en el Evangelio, cuando la Virgen visitó a
su prima Santa Isabel, esta quedó llena del Espíritu Santo y además le causó
tanta alegría a su hijo -no nacido aún- Juan el Bautista, de la misma manera,
la Llegada o Visitación de Nuestra Señora de la Eucaristía a un alma, a la vida
de un bautizado, es siempre causa de alegría y gozo espiritual, porque la
Virgen nos trae a su Hijo Jesús, aunque de modo distinto que a Santa Isabel: cuando
visitó a Santa Isabel, el Niño aún no había nacido; cuando nos visita Nuestra
Señora de la Eucaristía, nos trae al Niño ya nacido.
¿Y
qué simboliza el Niño, sostenido en los brazos de la Virgen de la Eucaristía? El
gesto de la Virgen al avanzar hacia el que la contempla, es el de entregar al
Niño para que éste sea a su vez sostenido entre los brazos del que contempla la
imagen, de la misma manera a como cuando una mamá, orgullosa de su niño, lo da
a otro para que este también pueda abrazarlo, aunque sea por unos momentos.
Es
decir, la Virgen de la Eucaristía sostiene el Cuerpo de su Niño entre sus
brazos, y nos lo alcanza, para que nosotros lo tomemos al Niño y lo abracemos. Es
una representación de la Iglesia que nos da, al igual que la Virgen, el fruto
de sus entrañas, por medio del misterio de la Santa Misa: así como la Virgen de
la Eucaristía nos da el Cuerpo de su Niño Jesús, así la Iglesia nos da el
Cuerpo de Jesús, la Eucaristía.
En
cuanto a las uvas, su significado es el siguiente: con las uvas se hace el vino
y el vino en la Misa se convierte en la Sangre de Jesucristo: al darnos a su
Hijo y, con Él, las uvas, la Virgen nos da su Cuerpo y su Sangre, así como la
Iglesia nos da el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo en la Eucaristía.
Entonces,
con el mismo amor con el que recibimos al Niño Dios que nos da la Virgen de la
Eucaristía, así, con el mismo amor, debemos recibir en la Comunión al Cuerpo y
la Sangre de este Niño, el Cordero de Dios, glorioso y resucitado en la
Eucaristía.
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