martes, 28 de agosto de 2012

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía 1



      La Virgen de la Eucaristía, la Mujer del Génesis, de la Pasión y del Apocalipsis
      Vista con ojos humanos, la imagen de la Virgen de la Eucaristía, en la que la Virgen sostiene con una mano al Niño Dios, mientras que con la otra nos lo señala, parece mostrar sólo a una madre con su hijo, a quien lleva en brazos, orgullosa de él, mientras éste ofrece y convida a quien se le acerca de su ramo de uvas.
         Sin embargo, no se trata de una imagen más entre tantas; no se trata solamente de una madre sosteniendo orgullosa a su hijo pequeño. Se trata del misterio de la Mujer del Génesis, que aplasta la cabeza de la Serpiente Antigua, el demonio (cfr. Gn 3, 15); se trata de la Mujer de las bodas de Caná (cfr. Jn 2, 1ss), llamada Omnipotencia Suplicante, ante cuyo pedido el Amor de Dios se derrama incontenible sobre los hombres, como lo demuestra la conversión del agua en vino por parte del Hijo de Dios, aun cuando no había llegado decretada por el Padre; se trata de la Mujer del Apocalipsis, “toda vestida de sol, con la luna a sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza” (Ap 12, 1), símbolos de la plenitud de gracia con que Dios la creó, como Inmaculada Concepción; es la Mujer que huye al desierto con alas de águila, poniendo a su Hijo a salvo del Dragón rojo, que inyecta a los hombres el veneno de la rebelión contra Dios; se trata de la Mujer al pie de la Cruz , convertida por designio divino en Madre de Dios en la Encarnación (Lc 1, 26-27) y en Madre de los hombres en el Calvario (Jn 19, 26-27).
         No es una madre más; es la Madre de Dios, que sostiene a su Dios y Creador en sus brazos, y así demuestra la razón por la cual el infierno todo tiembla y aúlla de terror con sólo escuchar su nombre, pues su poder, que lo tiene participado del mismo Dios, no sólo le permite aplastar la cabeza del Príncipe de las tinieblas (cfr. Gn 3, 15), sino llevar en brazos al mismo Dios.
         No se trata de una madre más, y tampoco el niño es un niño más entre tantos. El Niño, que esta Madre porta en sus brazos, es Dios hecho Niño sin dejar de ser Dios, que elige la edad de la niñez para manifestársenos, porque Él, que como Dios es la fuente increada de la Inocencia y de la Pureza, tiene un corazón de niño.
         Y la Madre y el Niño nos ofrecen uvas, uvas con las que se hará el vino, vino que se convertirá en la Sangre del Niño Dios, Sangre que se derramará en la Cruz del Calvario y será recogida en el cáliz del altar, para ser dada a los hombres como bebida de salvación.
         La imagen de Nuestra Señora de la Eucaristía parece una imagen más entre otras, pero encierra un misterio insondable.
         Intención para el Día 1 de la Novena: Nuestra Señora de la Eucaristía, concédenos la gracia de ver en Ti a la Mujer del Génesis, de la Pasión y del Apocalipsis, que aplasta la cabeza de la Serpiente Antigua con el peso del poder de Dios. Amén. 

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