Aunque padezcan turbulencias de amargura, torrentes de dolor, NO OS ALEJÉIS DEL CORAZÓN DEL PADRE.
Él os sostiene desde el dolor.
No os dejéis abatir, entregaos a la BONDAD y MISERICORDIA y encontraréis consuelo y serenidad".
"Permítenos, Señor, conocerte, amarte y seguirte y, aunque nos falten las fuerzas, PERMANECE EN NOSOTROS Y AMPÁRANOS, PADRE NUESTRO.
DANOS TU BENDICIÓN y condúcenos por tu generosa Bondad a Vuestro Corazón, para que desde Él obremos según tu Santa Voluntad. Amén".