Reseña sobre el Padre Jorge Gandur 150623
Podríamos clasificar a los recuerdos sobre el Padre
Gandur en dos grandes grupos: el primero, al que podemos llamarlo “Recuerdos
recientes” y se refieren a cómo lo recuerdo al Padre Gandur ahora, en este
momento; el segundo grupo, podemos clasificarlo como “Recuerdos antiguos”, ya
que se trata de hechos relativos al Padre Gandur sobre todo en los últimos días
de su enfermedad y los llamo así porque si no hubiera hecho una reseña casi
inmediatamente después de su fallecimiento, con toda seguridad, hoy no los
recordaría.
Parte I-En el primer grupo, podemos subdividirlo en
recuerdos como persona, como sacerdote y como sufriente.
A-Como
persona.
En lo personal, tengo que decir que en su aspecto como
ser humano era excepcional, enormemente caritativo: sin pedirme mayores
explicaciones, bastó con que le explicara brevemente mi situación, porqué me
encontraba en Tucumán y no en San Rafael, Mendoza, y me recibió con los brazos
abiertos en un momento muy difícil para mí -yo estaba con migraña crónica,
tenía a mi madre gravemente enferma-, además de esta recepción inmensamente
generosa en lo afectivo, moral, espiritual -podríamos decir que obró las obras
de misericordia espirituales conmigo-, pero también me ayudó en el aspecto
material -es decir, también recibí del Padre Gandur las obras de misericordia
materiales-: me brindó un techo, un sueldo, me permitió trabajar a mis anchas
como sacerdote y debo decir que aprendí de él muchos aspectos en lo sacerdotal,
como la oración, por ejemplo; me permitió desplegar mi sacerdocio, me enseñó a
rezar más y mejor que lo que hacía yo, al tener un oratorio vecino a su
habitación, me prestaba el oratorio para que yo pudiera rezar, leer, escribir.
Me apoyó en un aspecto particular, que era el de escribir, me brindó todas las
facilidades para que me pudiera desenvolver en el sacerdocio. Pero, sobre todo,
me brindó su amistad, su confianza, me pedía que corrigiera ortográficamente
sus sermones. Era muy austero, tenía muy buen humor, muy buen trato con las
personas, levantaba el ánimo con sus ocurrencias -jamás nada incorrecto-, estar
con él era como estar con un amigo, con un padre, que acompaña aun en los
momentos difíciles. Sabía cómo, sutilmente, bajarnos del pedestal en el que
nosotros o la gente nos suele poner, equivocadamente, por supuesto. Así, una
vez que alguien le decía algo así como que “apreciaba mucho la misa del padre
Álvaro”, él decía: “¡Bah! ¡A la gente siempre le gusta la novedad!”. Otra broma
que solía hacer era decir que yo ponía a propósito el ventilador, para que la
casulla flameara y así diera la impresión de que levitaba y que esto yo lo
hacía a propósito. También hacía bromas como la siguiente: cuando algo salía bien,
por el motivo que sea, decía en voz alta: “¡Ahh! ¿Quién? ¿Quién?”, como
diciendo -por supuesto que en tono de broma- que era mérito suyo.
B-Como
sacerdote.
Amaba enormemente a la Iglesia Universal, estaba
siempre al tanto de lo que sucedía en la Iglesia y también amaba a la Iglesia
particular, a la parroquia de Nuestra Señora de la Caridad. Me impresionó mucho
la dedicación que ponía para mejorar siempre a la Iglesia, sobre todo el altar
y el sagrario, tenía un muy buen gusto estético y arquitectónico. También me
llamaba la atención la forma sutil que tenía para conseguir cosas para la
Iglesia, al estilo, por ejemplo, de “Usted a este candelabro ya no lo usa,
¿verdad?” y lo conseguía todo para la Iglesia, nada para él.
Me enseñó a amar a la Virgen, rezábamos la piadosa
devoción de la “Romería”, que consiste en el rezar el Rosario de ida a la
imagen de la Virgen, uno frente a la imagen y otro al regresar. Él me enseñó
esta práctica piadosa, que yo no la conocía.
El
centro de su vida era la Eucaristía, dio su apoyo incondicional a la devoción
de Nuestra Señora de la Eucaristía primero y al Oratorio de Adoración
Eucarística después. Sostenía que la devoción de Nuestra Señora de la
Eucaristía había comenzado en Yerba Buena para preparar los corazones para el
Oratorio de Adoración Eucarística. Cuando la señora María Victoria Herrera
consiguió una hermosa imagen de la Virgen de la Eucaristía, a la cual la hizo
construir y traer desde Buenos Aires, la colocó entre el altar y el sagrario.
Cuando
le presenté el proyecto bautizado por mí “NACER” -acrónimo de “Niños y
Adolescentes Adoradores de Cristo Eucaristía”-, pensado para acercar a los
niños y jóvenes a Jesús Eucaristía, estuvo de acuerdo con el proyecto y me
permitió llevarlo a cabo, haciendo una excepción al silencio propio del
Oratorio, porque en las adoraciones en donde los catequistas de la Caridad
llevaban a los niños, las adoraciones eran más breves y guiadas. El Padre
Gandur entonces estuvo de acuerdo con este proyecto, me apoyó y permitió la
excepción de la adoración guiada para niños y jóvenes.
C-Como
sufriente.
Nunca una queja, nunca un gesto de fastidio, nunca
preguntar “¿Por qué a mí?”, como suele suceder. No dejó de celebrar la Santa
Misa -cuando se podía, obviamente, que era en la habitación-, tampoco de rezar
la Liturgia de las Horas y mucho menos el Santo Rosario.
Parte
II-En el segundo grupo de recuerdos, relativos a su última etapa en vida, están
los recuerdos relativos sobre todo a su internación y a sus últimas horas.
Pequeña
semblanza de un gran sacerdote: el P. Gandur
Es
difícil resumir, en pocas palabras, las interminables virtudes del P. Gandur,
sobre todo en la etapa final de su vida, en los tres últimos meses de vida: su
mansedumbre, su paciencia, su entrega cristiana, su ofrecimiento a Cristo por
los propios pecados y “por los del mundo entero” –como decía con la vista fija
en la imagen de Jesús Misericordioso-, su buen humor, su ánimo sereno… Nunca se
quejó, a pesar de las innumerables molestias e incomodidades producidas por la
situación de su enfermedad. Tuvo pocos días de dolor muy intenso –comenzaron el
25 de junio, el día antes de San Josemaría-, pero nunca se quejó. Se mostraba
agradecido con los médicos y las enfermeras y se sometía dócilmente a los tratamientos,
sin quejarse nunca por las continuas interrupciones del sueño, producto de la
actividad propia de un hospital. Esto se vio de modo particular en el día a día
de la internación, puesto que todos los días debían extraerle sangre para
análisis de laboratorio, y además debían punzarle un dedo para la prueba de la
glucemia, y a pesar de lo que esto significa, nunca dijo una palabra de queja o
fastidio, ni nada parecido.
Hasta
que le fue posible, trabajó en la redacción de sus artículos para el semanario
“Cristo Hoy” y la revista “Adoradores”, como así también para el periódico “La
Gaceta”. Me pedía que buscara textos sobre la fe y también el pensamiento del
Papa Francisco sobre la fe.
Continuamente
pedía que le leyera noticias sobre el Santo Padre, para lo cual consultábamos
algunos sitios, como ACIPrensa. Siguió todas las JMJ de Río, quedando
particularmente impresionado por la Adoración Eucarística presidida por el
Santo Padre. También pedía noticias de la Obra y pensamientos espirituales del
Prelado. Pedía a los demás que rezáramos al Beato Álvaro del Portillo,
pidiéndole por su curación.
Celebró
la Santa Misa hasta el día anterior a su muerte, siempre lo hizo con gran
devoción. Hasta que fue posible, se sentaba en un sillón contiguo a la cama,
para celebrarla desde ahí, y pedía siempre el alba. Cuando empezó el estado de
postración permanente, y ya no le fue posible sentarse y colocarse el alba,
concelebró desde la cama, solo con la estola.
Rezaba
el Rosario todos los días -incluso el día antes de morir-, al igual que la
Liturgia de las Horas (esto último no lo hizo en sus últimos días, a causa de
la creciente disnea, lo cual le impedía tanto el leer como el concentrarse).
Celebrábamos
casi siempre la Misa por enfermos, y en la Liturgia de las Horas pedía por su
recuperación, para poder reintegrarse a sus funciones como Párroco.
Conservó
hasta el fin la esperanza de curarse, para poder seguir al frente de la
Parroquia, un deseo que lo expresó varias veces. Recordaba siempre con gran
afecto y simpatía a todos sus parroquianos y con frecuencia preguntaba por
ellos.
El
día anterior a morir se persignó repetidas veces, de modo solemne, trazando una
señal grande de la Cruz sobre sí. Se lo observaba concentrado, en oración.
Cuando
se llevaron las imágenes de Nuestra Señora de la Eucaristía y Nuestra Señora
del Rosario de San Nicolás, bajo la ventana de la habitación del sanatorio en
el que estaba internado, se quedó asombrado, y si bien al final de la oración
de la Coronilla que hicieron los fieles les dio la bendición, mientras se
rezaba la Coronilla mostraba una cara de asombro, como si viera algo que lo
maravillaba, pero que nosotros no podíamos ver.
Celebró su última Misa el día de María Reina.
Su
última bendición fue a un niño de doce años, quien meses antes había
manifestado su deseo de ser sacerdote.
Sus
últimas palabras:
En
la terapia del Hospital Austral, luego de salir de su cirugía en la cual drenaron
el empiema pleural, me dijo: “Me vas a ayudar a bien morir”.
Luego
de un episodio de convulsión, una semana antes de la muerte, me pidió que le
diera la unción de los enfermos, y preguntó si tenía puesto el Escapulario de
Nuestra Señora del Carmen (me aseguré de que siempre tuviera puesto el
Escapulario y le administré la unción de los enfermos).
Contemplando la imagen de Jesús Misericordioso, que tenía enfrente de su cama:
“Ofrezco mi enfermedad en reparación por mis pecados y los del mundo entero”.
Dos
días antes de morir dijo para sí mismo: “Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”, que es la cita del Salmo 22 por parte de Jesús antes de morir (Mt 27,
46) y la cuarta palabra de la Cruz. Precisamente, murió mientras el P. Horacio
Gómez recitaba este Salmo, por lo cual podemos decir que entró en el cielo
cantando salmos.
Su
última palabra fue: “Dame agua”, lo cual recuerda la quinta palabra de Jesús en
la Cruz: “Tengo sed” (Jn 19, 28).
Además
de sus virtudes humanas y sobrenaturales, sus dos grandes legados son su gran
amor a la Eucaristía, concretado en el Oratorio de Adoración Eucarística
“Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús” y su amor a la Virgen, manifestado ante
todo en la devoción a Nuestra Señora de la Eucaristía, quien se dio a conocer a
través del P. Gandur, en un modo que recuerda mucho a Nuestra Señora del
Rosario de San Nicolás (la imagen original de Nuestra Señora de la Eucaristía
estuvo guardada y olvidada en el armario de una casa de familia por espacio de
quince años; cuando la dueña de la imagen, que no conocía al Padre Gandur –ni
él a ella- acompañó a una amiga que quería que el P. Gandur le bendijera agua,
el Padre le dijo a la señora dueña de la imagen que ella “tenía en su casa una
imagen de la Virgen”, describiéndole las características de la imagen,
incluidas las uvas que el Niño lleva entre sus brazos. Al principio, la señora
no sabía de qué estaba hablando el Padre, hasta que recordó que la tenía en su
armario, fue a buscarla, y se la trajo al Padre, quien le puso el nombre de
“Nuestra Señora de la Eucaristía”, y le dijo que quería ser venerada
públicamente en las Iglesias, y que la Virgen se había manifestado para
preparar los corazones de los futuros adoradores del Oratorio de Adoración
Eucarística. De hecho, esto sucedió dos años antes de la inauguración del
Oratorio. A mí me dijo que él no vio ninguna imagen, es decir, no tuvo ninguna
visión de la Virgen, pero sí supo, de alguna manera, cómo era la imagen, y así
la pudo describir. Cuando vio la original, dijo que él pensaba que era más
grande).
Conclusión
Nuestro
querido Padre Gandur ya no está entre nosotros; ya no está en este “valle de
lágrimas”, pero desde ahora y para siempre está en la eterna alegría de la Casa
del Padre, y contempla en el cielo, cara a cara, a Jesús, a Aquel a quien en la
tierra adoró oculto tras la apariencia de pan; ahora y para siempre se alegra
por la presencia y visión de su Madre amantísima, María, a quien honró y amó en
esta vida con todo su corazón, particularmente bajo la devoción de “Nuestra Señora
de la Eucaristía”. Que desde el cielo interceda por nosotros, para que algún
día podamos compartir con él su eterna alegría, la alegría de la contemplación
de Jesús y María.
Padre
Álvaro Sánchez Rueda.