Meditación
Nuestra Señora de la Eucaristía, la
Mujer del Génesis y del Apocalipsis
Vista
con ojos humanos, la imagen de Nuestra Señora de la Eucaristía nos muestra a
una joven mujer que lleva en sus brazos a un niño, su hijo. Está vestida a la
usanza antigua, con un vestido ceñido a la cintura y un gran manto de color
verde que desde su hombro cubre casi todo su cuerpo. El niño, cuya edad es de
unos tres años, está vestido solo con un manto blanco de lino y su pequeño
cuerpo es sostenido por los frágiles brazos de su madre. Con toda seguridad,
madre e hijo vienen de la vid, a juzgar por las uvas que traen entre ambos, y
se dirigen a un lugar fresco y reposado de la casa, para disfrutar del racimo
de uvas entre ambos. Vista con ojos humanos, parece una doncella de la
Antigüedad con su hijo en brazos, retratados en un momento de la vida cotidiana
de esos tiempos.
Sin
embargo, no podemos ver a Nuestra Señora de la Eucaristía con ojos humanos,
porque es una imagen que viene del cielo y por lo tanto, solo podemos verla con
los ojos de la Fe; de lo contrario, corremos el riesgo de perder de vista el
significado sobrenatural y celestial de la devoción.
Lo
que la fe nos dice es que la joven doncella es la Virgen, la Madre de Dios
(cfr. Is 7, 14), la Mujer que en el
Génesis aplasta la cabeza de la Serpiente Antigua (cfr. Gn 3, 15); es la Mujer por cuya intercesión el Hijo de Dios comienza
en Caná de Galilea a obrar públicamente prodigios asombrosos entre los hombres,
el primero de todos, la conversión del agua en vino (cfr. Jn 2, 1-11); es la Mujer que acompaña en su Agonía redentora al Hombre-Dios,
“al pie de la Cruz” (Jn 19, 25) y que
al pie de la Cruz se convierte en Madre celestial de todos los hombres (cfr. Jn 19, 27); la fe nos dice que esta
doncella es la Mujer que en el Apocalipsis aparece en el cielo, como una gran
señal, “toda revestida de sol” (12, 1), porque el sol es símbolo de la gracia
divina y Nuestra Señora de la Eucaristía es la Virgen Inmaculada, la Llena de
gracia, Tabernáculo Purísimo de la Gracia Increada.
La
fe nos dice que los femeninos y maternales brazos de esta Mujer, en apariencia
frágiles y delgados, son los más fuertes del mundo, porque sostienen a un Niño
que es Dios encarnado, Jesucristo.
La
fe nos dice que el Niño que lleva la Virgen es la Segunda Persona de la
Santísima Trinidad, Dios Hijo, que procede del seno del Padre desde la eternidad,
que se encarnó en el seno purísimo de María para donar su Cuerpo como Pan de
Vida eterna y que prolonga su Encarnación y Don de sí mismo en la Eucaristía,
en la Santa Misa.
Vista
con los ojos de la fe, la imagen de Nuestra Señora de la Eucaristía supera todo
lo que podemos pensar o imaginar, porque es la Mujer del Génesis, de Caná, de
la Pasión, del Apocalipsis, que en la Santa Misa nos dona a su Hijo, que es El que
vence a la Serpiente, que es El que convierte el vino en su Sangre, que es Quien
abre sus brazos en la Cruz del altar, que es el Cordero Inmaculado que entrega su
Cuerpo en la Eucaristía para nuestra salvación.
Por
el insondable misterio que encierra, no podemos ver a Nuestra Señora de la
Eucaristía con ojos humanos, sino con los ojos de la fe.
Intención
para el Día 2 de la Novena:
Nuestra Señora de la Eucaristía, intercede
por nosotros para que veamos en Ti a la Madre de Dios y en tu Hijo a Nuestro
Salvador Jesucristo, que nos ofrece en cada Eucaristía su Cuerpo, Sangre, Alma
y Divinidad. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario