miércoles, 23 de octubre de 2013

Novena a Nuestra Señora de la Eucaristía (V)


         Meditación
         Con las uvas que trae el Niño, se hace el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, el Vino que Dios Padre sirve en el Banquete celestial, Banquete que prepara para sus hijos pródigos. El Vino de la Misa es el producto de la conversión del vino de la vid terrena que se prepara en el altar antes de la consagración. En la Misa, el vino terrenal se convierte, por la acción del Espíritu Santo, en Vino de la Alianza Nueva y Eterna, la Sangre del Cordero, en un hecho prodigioso que deja sin habla a los ángeles del cielo. La conversión del vino terreno en la Sangre de Jesús está prefigurada en las Bodas de Caná, cuando por mediación de la Virgen, Jesús convierte el agua de las tinajas en vino del mejor, de calidad exquisita. Es por esto que las uvas del Niño de la Virgen de la Eucaristía nos recuerda a las Bodas de Caná, en donde las tinajas de arcilla son una representación del corazón humano en su proceso de conversión: antes del milagro -y antes de la conversión-, las tinajas de arcilla –representan la fragilidad de nuestra condición humana, pues llevamos “tesoro en vasijas de barro”, como dice San Pablo- están vacías, y esto significa que están vacías del verdadero Amor; son los corazones humanos llenos de la nada del mundo; las tinajas vacías representan el fruto de ceder a los atractivos mundanos: la nada más absoluta. Cuando el corazón humano se deja atraer por las tentaciones y los placeres del mundo, encuentra que al final se encuentra como las tinajas de las Bodas de Caná antes del milagro: vacías, porque los placeres del mundo sólo dejan hastío al hombre. Antes de la conversión, el corazón humano está vacío del Amor de Dios y lleno con la nada del mundo.
         Cuando la Virgen intercede y logra que Jesús –en realidad, toda la Trinidad- acceda a su pedido, las tinajas de arcilla son llenadas con agua: como el agua simboliza la gracia y la participación a la vida divina, las tinajas con agua representan la conversión del corazón, de Dios al mundo: ya no está lleno con el vacío del mundo, sino que está lleno de la gracia de Dios, el Agua Nueva que da la vida divina. Y puesto que se encuentran en gracia, los corazones que son como las tinajas con agua cristalina y pura se asemejan al Corazón Inmaculado de María, Puro y Lleno de gracia. Por intercesión de la Virgen, Jesús ordena a los servidores que llenen las tinajas con agua; esto representa la intervención de la Virgen en la vida personal de un pecador, intervención mediante la cual consigue la gracia del arrepentimiento y la contrición del corazón, que empieza así a atesorar la gracia divina.
         Finalmente, las tinajas, que primero estaban vacías y luego llenas con agua, reciben el milagro de la conversión del agua en vino: Jesús obra el milagro y el agua se convierte en vino, y en vino del mejor; es una representación del alma que, por la gracia, se acerca a la Santa Misa y bebe el Vino del cáliz del altar, la Sangre que brota del Corazón traspasado del Salvador. En la última fase de la conversión, el alma en gracia ve colmado su corazón con la Sangre del Cordero, al libar del cáliz eucarístico el Vino de la Alianza Nueva y Eterna.
          Con las uvas que trae el Niño, se hace el Vino de la Nueva Alianza, Vino que es la Sangre del Cordero, Vino que al colmar las tinajas de arcilla, los corazones de los hombres en gracia, los embriaga con la Alegría infinita del Amor Divino.

         Intención para el Día 5 de la Novena:


         Nuestra Señora de la Eucaristía, haz que nuestros corazones, que son como las tinajas vacías de las Bodas de Caná, se llenen con el agua de la gracia santificante, para que luego sean colmados con el Vino de la Alianza Nueva y Eterna, la Sangre de tu Hijo Jesús. Amén. 

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