martes, 7 de febrero de 2012

El camino a la santidad está dotado de una fuerza sobrenatural



En la fidelidad cristiana se aprende a amar. Es en el encuentro amoroso con el Padre en donde nos hacemos almas luminosas y simples, almas que denotan humildad en una entrega confiada que destella en lo simple de un Amor puro en una continuidad de una auténtica y plena Verdad, una maravillosa y filial bondad que abraza y consuela, una magnánima fuerza que nos anima a seguir en la luz que engendra paz y que nos guía y protege.
Los caminos a la santidad están dotados de una superior y sobrenatural FUERZA, de un impulso que nos fusiona a diversos encuentros con el cielo, que nos anima a respirar en esa dulzura que se esparce desde una entrega generosa y confiada.
Ese pedacito de cielo que se disfruta cuando nos dejamos abrazar por un CORAZÓN que no cesa de amar, que nos permite ser parte de un plan divino que reviste nuestros días en la tierra con un aroma celestial y sereno.